salimos siete y cinco y padre tenía ganas de ir al baño. creo que hasta allá aguanto, dijo y se dio cuenta que se había olvidado la billetera. volvimos para casa, para el baño de casa, en definitiva. sonaba the man who sold the world por nirvana versión unplugged. pasamos varios semáforos en rojo, no tardó en ir al baño teniendo en cuenta que el pasillo es largo, pero sus piernas también y calza cuarenta y cuatro, que no es poco. hasta allá no aguantó. con mi botella de agua parece que soy adicta al éxtasis, pero nada más lejano a eso. sonaba la canción caña seca y un membrillo de patricio rey y los redonditos de ricota mientras padre ponía el auto en marcha. autopista y girls just wanna have fun de cindy lauper, llegamos siete y cuarenta, la hora de mi turno, esperaba que no haya ningún inconveniente por haber llegado tarde. había menos gente que lo habitual y pasé a las ocho. sorpresivamente estaba puesta la misma radio que escucho yo y mientras hay alguien haciendo el tratamiento la radio hace estática. apenas entré, noté que había tres personas antes que yo, mientras sonaba other side de los red hot chili peppers con una batería extra. hola feré, ya pasás, me dijo mara, me dijo feré, no lo podía creer. un reloj digital marca hasta ciento y algo al ritmo de un poco más rápido que un segundo cada vez que pasa alguien. son dos veces las que apunta la máquina. una señora pasaba de campera hasta el probador. están por darle el alta escuché, mientras pasaba otra señora. antes de entrar sonó smoke on the water de deep purple, algo entrecortada, obviamente. cuando fue mi turno me atendió otra chica y hablaba con mara de qué posición debería tener la máquina. estos últimos días no apagaron la luz, sonaba nunca quise de intoxicados y yo la cantaba en mi cabeza. conté hasta ciento y algo, cambiaron el aparato de posición y otra vez, uno, dos, tres, cuatro, cinco, así hasta ciento y algo. salí y estaban madre y padre esperando a que salga. saludamos y nos fuimos, pasamos por el estacionamiento, subimos al auto y sonaba notorious de duran duran, volvimos por la autopista y mientras sonaba everything counts de depeche mode, subí el volumen a veintiuno y terminamos la mañana con vasos vacíos de vicentico y celia cruz. me dormí y cuando me desperté tomé un par de mates con madre y mi hermana. comí y es lo único que el dolor de cabeza no me impide que siga haciendo.
días de radio. día cuatro.
salimos siete y cinco y padre tenía ganas de ir al baño. creo que hasta allá aguanto, dijo y se dio cuenta que se había olvidado la billetera. volvimos para casa, para el baño de casa, en definitiva. sonaba the man who sold the world por nirvana versión unplugged. pasamos varios semáforos en rojo, no tardó en ir al baño teniendo en cuenta que el pasillo es largo, pero sus piernas también y calza cuarenta y cuatro, que no es poco. hasta allá no aguantó. con mi botella de agua parece que soy adicta al éxtasis, pero nada más lejano a eso. sonaba la canción caña seca y un membrillo de patricio rey y los redonditos de ricota mientras padre ponía el auto en marcha. autopista y girls just wanna have fun de cindy lauper, llegamos siete y cuarenta, la hora de mi turno, esperaba que no haya ningún inconveniente por haber llegado tarde. había menos gente que lo habitual y pasé a las ocho. sorpresivamente estaba puesta la misma radio que escucho yo y mientras hay alguien haciendo el tratamiento la radio hace estática. apenas entré, noté que había tres personas antes que yo, mientras sonaba other side de los red hot chili peppers con una batería extra. hola feré, ya pasás, me dijo mara, me dijo feré, no lo podía creer. un reloj digital marca hasta ciento y algo al ritmo de un poco más rápido que un segundo cada vez que pasa alguien. son dos veces las que apunta la máquina. una señora pasaba de campera hasta el probador. están por darle el alta escuché, mientras pasaba otra señora. antes de entrar sonó smoke on the water de deep purple, algo entrecortada, obviamente. cuando fue mi turno me atendió otra chica y hablaba con mara de qué posición debería tener la máquina. estos últimos días no apagaron la luz, sonaba nunca quise de intoxicados y yo la cantaba en mi cabeza. conté hasta ciento y algo, cambiaron el aparato de posición y otra vez, uno, dos, tres, cuatro, cinco, así hasta ciento y algo. salí y estaban madre y padre esperando a que salga. saludamos y nos fuimos, pasamos por el estacionamiento, subimos al auto y sonaba notorious de duran duran, volvimos por la autopista y mientras sonaba everything counts de depeche mode, subí el volumen a veintiuno y terminamos la mañana con vasos vacíos de vicentico y celia cruz. me dormí y cuando me desperté tomé un par de mates con madre y mi hermana. comí y es lo único que el dolor de cabeza no me impide que siga haciendo.
por
eugenesia