días de radio. día uno.


llegamos sobre la hora. es decir, tarde. mi tarjeta no servía, me dieron otra con un código de barras y mis datos. BIENVENIDO, FERE EUGENIA (EF para los amigos, o eugenesia, o eushinnn). me atendieron relativamente temprano, paseamos de unos asientos a otros, con tal de "ver la tele". me llaman, paso por la puerta vaivén, entro en el probador o como se llame, espero. escucho que mara dice ferrere y me busca, es feré, le digo, con mi cara de pormillonésimavezescuchoquedicenmalmiapellido. dos firmitas (otra vez los diminutivos). me llama otra vez, esta vez dice fere, que no es poco. me dirijo hacia la sala del tratamiento, es como una sala de radiografías pero más grande. el aparato sería el hijo no reconocido entre un tomógrafo abierto y un aparato de sacar radiografías, grande, frío, como el enfermero. le pregunté tres veces algo y no me respondió, mara sí, porque creo que fue la única que entendió mi pregunta. recostate, apoyate bien (mientras te atornillo la máscara a la camilla) quietita. a doscientos setenta, escucho que dicen y el aparato se posiciona a mi derecha. apagan las luces, un ruido insoportable y yo con ganas de tragar saliva. prenden las luces, el aparato se posiciona a mi izquierda. apagan las luces, el ruido insoportable otra vez. habrán sido siete minutos, más no, menos no creo. ¿estás bien? preguntó mara, sí, le dije. hasta mañana, linda. hasta mañana, le dije, sin adjetivarla, no la conozco demasiado. salí y estaba madre, ¿papá? le pregunto, ya sabés, me dijo, afuera fumando, le dije y me miró con cara de ¿qué querés que haga a esta altura de mi vida?. allí estaba, esperando que salgamos, cruzamos por la esquina, dijo padre, sí, como corresponde, le digo. esperen acá, dijo, mientras iba a buscar el auto. volvimos a casa. me dormí con una molestia en la nariz que todavía continúa. se me quema la cabeza (literalmente).